Si mandan a Beccacece a puertas del Mundial, Ecuador podría cometer un error como este campeón del mundo
Ya pasó que una selección campeón de DT antes del Mundial y les fue mal, en España con Julen Lopetegui
La idea de destituir a Sebastián Beccacece a puertas del Mundial, motivada por los resultados recientes y el estilo de juego, lleva consigo un riesgo inmenso y una potencial autodestrucción. Aunque las críticas son legítimas, la historia del fútbol internacional ha demostrado que un cambio de mando en el último momento puede dinamitar un proyecto, sin importar el talento del plantel. La inestabilidad generada por una decisión de esta magnitud a tan poco tiempo del torneo puede ser más perjudicial que cualquier deficiencia táctica actual.
El ejemplo más claro y resonante de este error es el que protagonizó la selección de España en el Mundial de Rusia 2018. La Real Federación Española de Fútbol decidió despedir a su entrenador, Julen Lopetegui, apenas dos días antes del debut mundialista contra Portugal. El detonante fue que Lopetegui había negociado y firmado en secreto un contrato con el Real Madrid para ser su técnico al finalizar la Copa del Mundo, lo que fue percibido como una "traición" y una falta de respeto institucional.
El caos que siguió a la destitución fue inmediato y devastador. Lopetegui fue reemplazado a toda prisa por el director deportivo, Fernando Hierro, que carecía de experiencia como primer entrenador de élite. La decisión, que buscaba defender los valores de la Federación, rompió la armonía de un vestuario que llevaba dos años trabajando con Lopetegui y que había terminado invicto la fase de clasificación. La cohesión del grupo se hizo trizas, y la preparación táctica, meticulosamente diseñada, se desvaneció de la noche a la mañana.
Las consecuencias en el campo fueron un reflejo directo del desorden institucional. España, que llegaba como una de las principales candidatas al título y con una de las plantillas más talentosas del mundo, apenas logró superar la fase de grupos con muchas dudas. El equipo nunca recuperó la solidez y la fluidez de juego que había mostrado en el proceso clasificatorio. Finalmente, su participación terminó de forma humillante en octavos de final, tras ser eliminada por la anfitriona Rusia en la tanda de penales, un resultado que se atribuyó directamente a la inestabilidad generada por el cambio de DT.
En el caso de Ecuador con Beccacece, aunque las razones para el descontento son deportivas (como la falta de protagonismo ante EE. UU. y la excusa posterior), el riesgo es el mismo: sacrificar el conocimiento mutuo y la base de trabajo existente por una apuesta incierta. El proceso de Beccacece, con sus críticas, ya tiene una hoja de ruta, una base de jugadores consolidados y una clasificación mundialista. Echarlo ahora significaría que el nuevo técnico tendría escaso tiempo para inyectar su idea y, más crucialmente, para generar el vínculo emocional y la confianza necesarios para competir en la máxima cita.
El precedente de España 2018 sirve como una advertencia clara para la Federación Ecuatoriana de Fútbol. Despedir a un entrenador a semanas de un Mundial, incluso si el rendimiento es cuestionable, introduce un factor de riesgo incontrolable que históricamente ha conducido al fracaso. Ecuador podría cometer el mismo error: desmantelar su proyecto por razones extra-deportivas o por la presión del momento, poniendo en peligro no solo el resultado deportivo sino también la estabilidad emocional de una selección que necesita la máxima concentración para hacer un buen papel en el torneo.