En Barcelona SC no le anotaba ni al arcoíris, ahora pide selección a Félix Sánchez

Ser jugador de Barcelona no es nada fácil, lo debes demostrar las 24 horas del día. La presión de jugar en el ídolo del Ecuador no tiene comparación, más de la mitad del país está  pendiente de tú rendimiento en cancha.

El delantero es una posición que siempre se lleva todos los reflectores. El fútbol se gana con goles, cuando eres el encargado de anotar todas las miradas están puestas en ti. Ser el nueve de un equipo grande es un arma de doble filo, puedes ser considerado Dios o el peor de los seres humanos dependiendo si la pelota entra o no.

Estar en Barcelona significa encontrarse en el fondo de una olla de presión encendida al máximo. Las opiniones de todos los programas deportivos o de cualquier otra índole se centran en lo que sucedió el partido pasado. Existen muchos ejemplos de jugadores extraordinarios que no aguantaron lo que significa el mundo Barcelona. A otros en cambio los potencia la presión y son esos los que logran trascender y convertirse en ídolos del ídolo.

Barcelona ha tenido varios delanteros en los últimos años, pero sólo Jonathan Alves fué el que más sobresalió de todos ellos. Carlos Garcés llegó a Barcelona siendo goleador, figura y capitán de Delfín, pero le costó adaptarse a la presión que significa ser el nueve de un equipo grande. Bustos le dió varias oportunidades para acoplarse pero no lo logró. Este fin de semana Garcés demostró una vez más en su equipo el Cienciano de Perú. Doblete y una asistencia en la victoria de su equipo demuestra que es un gran jugador pero en mundo Barcelona se lo llevó por delante.