Además del penal que dejó dudas ante el Cuenca, la jugada donde favorecieron a Emelec y nadie se dio cuenta

Uno de los jugadores del Bombillo dio un codazo a un rival del equipo morlaco y solo le sacaron amarilla

Emelec / Foto: Emelec
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Más allá del polémico penal que acaparó los titulares, la controversia en el partido entre Emelec y Deportivo Cuenca tuvo otro episodio que, aunque menos visible para muchos, generó un profundo malestar en el equipo "morlaco". Se trata de una jugada que pasó desapercibida para gran parte de la prensa y la afición, pero que, desde la óptica del Cuenca, representó otra decisión arbitral que los perjudicó. La acción involucró a un jugador del Emelec que, en un forcejeo, propinó un codazo a un rival y, en lugar de ser expulsado, solo recibió una tarjeta amarilla.

Este incidente, que para la hinchada del Emelec y los comentaristas locales fue una simple advertencia, se convirtió en una muestra más de la frustración del Deportivo Cuenca. En un momento clave del partido, con el marcador aún en disputa, una expulsión habría cambiado por completo el curso del encuentro, ya que el equipo azul ya se encontraba con diez jugadores. La decisión del árbitro de no sacar la tarjeta roja fue vista por el cuerpo técnico del Cuenca como una "doble moral" arbitral, ya que, en su opinión, en otras circunstancias una acción similar habría sido castigada con la máxima severidad.

La falta de sanción ejemplar para el jugador de Emelec reforzó la percepción de que los equipos grandes a menudo gozan de un "trato preferencial" por parte de los árbitros. Aunque es difícil de probar, la sensación de impotencia que esto genera en los equipos visitantes es palpable. El hecho de que una jugada tan clara de agresión no fuera castigada con la tarjeta roja es, para muchos, un indicio de que los árbitros prefieren evitar decisiones drásticas que puedan desatar la furia de la hinchada local y complicar el partido.

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Este episodio, combinado con el polémico penal, pintó un cuadro desalentador para los jugadores y el cuerpo técnico del Deportivo Cuenca. Sentían que no solo estaban luchando contra un equipo de gran jerarquía, sino también contra un arbitraje que parecía estar en su contra. La sensación de que "todo estaba en su contra" era un sentimiento generalizado, y la reacción del técnico Beto Araujo se vio justificada no solo por el penal, sino también por una serie de decisiones que se fueron acumulando a lo largo del partido.

La prensa guayaquileña, centrada en la "garra" y la "heroicidad" de Emelec, omitió en gran medida este incidente en su análisis post-partido. Este silencio mediático sobre una jugada potencialmente determinante solo reforzó la idea de que la narrativa dominante se inclinaba a favor del equipo local. La falta de un debate serio sobre la agresión y la benevolencia del árbitro dejó la impresión de que ciertas acciones son más tolerables que otras dependiendo del equipo involucrado.

En definitiva, la jugada del codazo es un claro ejemplo de cómo un partido puede tener múltiples controversias que, aunque no todas sean igualmente evidentes, contribuyen a una sensación general de injusticia. Para el Deportivo Cuenca, la tarjeta amarilla fue mucho más que una simple sanción: fue un recordatorio de que, en ciertos estadios y contra ciertos equipos, el camino hacia la victoria puede ser mucho más complicado de lo que se podría esperar. La indignación del "Beto" Araujo, en este sentido, no era una simple reacción a un error, sino una protesta contra un patrón de decisiones arbitrales que parecían estar sesgadas.

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