La Tuka Ordóñez reveló los humildes trabajos que tuvo antes de ser jugador y a veces comía una vez al día
El delantero ecuatoriano tuvo que luchar desde abajo, llegó a vender aguas y periódicos en los buses
Las historias de éxito en el fútbol suelen esconder un pasado lleno de sacrificios y carencias, y la de Roberto "La Tuka" Ordóñez no es la excepción. El delantero ecuatoriano, conocido por su fuerza y su potencia en el área, reveló recientemente los humildes trabajos que tuvo que desempeñar en su juventud y las duras condiciones en las que vivía, una realidad que contrasta con la vida de un futbolista de élite y que ha conmovido a sus seguidores.
En una emotiva entrevista, Ordóñez recordó su infancia en la Isla Trinitaria, un sector humilde de Guayaquil. "Con mi mamá vivíamos en una casita de caña", confesó. Las dificultades económicas eran una constante, y la comida era un lujo que no siempre podían permitirse. El futbolista rememoró aquellos días en los que "a veces teníamos para dos comidas, a veces solo para una", una situación que lo obligó a madurar a pasos agigantados.
Para ayudar en su hogar, la "Tuka" no tuvo más remedio que salir a las calles a trabajar desde muy temprano. "Me tocó trabajar desde temprano. Vendí agua, caramelos, periódicos en los buses", contó. Su niñez no fue la de un niño promedio, sino la de un joven que cargaba con la responsabilidad de llevar el sustento a su casa, una experiencia que lo forjó y le dio la resiliencia que más tarde aplicaría en el campo de juego.
Uno de los recuerdos más dolorosos que compartió fue el de su madre. "Yo no entendía el llanto de mi madre, a veces dejaba de comer para darnos a mis hermanos y a mí", relató. Este acto de amor y sacrificio de su madre lo marcó profundamente y se convirtió en una de las mayores motivaciones para salir adelante, un motor que lo impulsó a perseguir su sueño a pesar de las adversidades.
La historia de Ordóñez es aún más inspiradora si se considera que su camino al profesionalismo fue atípico y solitario. A diferencia de muchos futbolistas que se forman en academias desde temprana edad, la "Tuka" no tuvo esa oportunidad. "No tuve formativas, no tenía para ir a entrenar", explicó. Su talento y su pasión por el fútbol lo llevaron a jugar en canchas de barrio, donde su fuerza y su olfato goleador comenzaron a destacar.
El relato de Roberto Ordóñez es un testimonio conmovedor de superación. Su vida es un recordatorio de que el éxito no siempre es el resultado de un camino lleno de facilidades, sino que, a menudo, es el fruto de la perseverancia, el sacrificio y la humildad. La "Tuka" no solo se ha ganado un lugar en el fútbol ecuatoriano, sino que también ha demostrado ser un ejemplo de cómo se puede triunfar sin importar de dónde se venga.