No le perdonaron que haya jugado en Emelec, lo que hizo la hinchada de BSC a Ángel Mena en el Monumental

El Ángel del gol estuvo presente con Orense, y los hinchas de Barcelona SC lo abuchearon cada que tomaba el balón

Ángel Mena / Foto: API
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Foto de David Alomoto
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El fútbol ecuatoriano se vive con una pasión desbordada, y la rivalidad entre Barcelona Sporting Club y Club Sport Emelec, el Clásico del Astillero, es el epicentro de esa pasión. Esta rivalidad no se limita a los 90 minutos de juego, sino que se extiende a la vida profesional de los jugadores. Cualquier futbolista que se ponga la camiseta de uno de los dos equipos es visto, a partir de ese momento, como un "enemigo" por la hinchada del rival. Y si un jugador tiene el atrevimiento de vestir las dos camisetas, la sentencia es definitiva: la afición no lo perdona y se lo hace sentir en cada oportunidad.

Eso fue lo que vivió el reconocido delantero ecuatoriano Ángel Mena en su reciente visita al Estadio Monumental Isidro Romero Carbo. Si bien Mena es un futbolista de talla internacional, un referente de la selección ecuatoriana y una figura respetada en el fútbol mexicano, nada de eso sirvió para aplacar el enojo de la hinchada de Barcelona. La afición "torera" no olvida que Mena se formó en las divisiones inferiores de Emelec y jugó profesionalmente con el "Bombillo" durante varios años, incluso alzando títulos. Para ellos, esa conexión con el eterno rival es una mancha imborrable.

El recibimiento que le dieron los hinchas de Barcelona a Ángel Mena fue hostil desde el primer minuto. Cada vez que el "Ángel del gol" tocaba la pelota, un coro de abucheos e insultos descendía de las gradas. El sonido era ensordecedor y la intención clara: hacerle saber que no era bienvenido. A pesar de que Mena no jugaba con Emelec, sino con el Club Deportivo Orense, para la afición amarilla el equipo en el que jugaba era irrelevante. Lo único que importaba era que estaba en su cancha un jugador que en el pasado defendió los colores del archirrival.

La actitud de la hinchada de Barcelona no es un hecho aislado. En el fútbol ecuatoriano, es común que los jugadores sean blanco de críticas y abucheos por su pasado en un equipo rival. Esta animadversión a menudo se intensifica cuando se trata de futbolistas que han tenido un pasado exitoso con el rival. En el caso de Mena, su éxito con Emelec y los títulos conseguidos con el club eléctrico lo convierten en una figura aún más polémica a ojos de la afición de Barcelona, que ve en él a un símbolo del rival.

A pesar del ambiente hostil, Ángel Mena se mantuvo profesional y concentrado en el partido. No se inmutó por los abucheos y continuó jugando con la misma calidad y entrega que lo caracterizan. Su actuación fue clave para su equipo, el Orense, demostrando su jerarquía y su capacidad para abstraerse de las presiones del entorno. El "Ángel del gol" no dejó que las provocaciones de la hinchada "torera" lo desconcentraran y demostró por qué es considerado uno de los mejores jugadores del país.

Este episodio en el Monumental es un claro ejemplo de la intensidad con la que se vive la rivalidad entre Barcelona y Emelec. Los hinchas no solo apoyan a su equipo, sino que también expresan su rechazo a todo aquello que se relacione con el eterno rival. El pasado de un jugador, por más lejano que sea, sigue pesando y puede convertirse en el motivo para un recibimiento hostil.

El caso de Ángel Mena deja en evidencia que en el fútbol ecuatoriano, y en particular en el Clásico del Astillero, la lealtad de un jugador a su primer equipo es un factor determinante para la afición. No importa la trayectoria posterior, los logros o la calidad del jugador, su pasado con el rival siempre lo perseguirá. Para la hinchada, la memoria es larga y el rencor, en ocasiones, parece ser eterno.

Este tipo de situaciones nos invita a reflexionar sobre la pasión en el fútbol y sus límites. Aunque la rivalidad es parte esencial del deporte, también es importante recordar que los futbolistas son profesionales que buscan su mejor futuro, y que la animadversión personal hacia un jugador por su pasado deportivo puede tener un impacto negativo. Sin embargo, en un contexto tan cargado de emociones como el fútbol ecuatoriano, parece que la afición no está dispuesta a perdonar a aquellos que alguna vez vistieron la camiseta del rival.

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