Por David Alomoto
Barcelona SC presentó su nueva camiseta por el Centenario y tiene un detalle donde recordaron a Emelec, específicamente el 5 a 0 en el 2016 donde anotaron Pedro Pablo Velazco, Damián Díaz, Matías Oyola, Washington Vera y Jonatan Álvez. El marcador está en el pecho, al costado izquierdo, un poco arriba del escudo del equipo.
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En la memoria colectiva de la hinchada de Barcelona SC, el 15 de mayo de 2016 se erige como un hito imborrable, marcado por una goleada histórica de 5-0 sobre su archirrival, Emelec, en el propio Estadio Capwell. Si bien la contundencia del marcador fue un reflejo del funcionamiento colectivo aceitado del equipo amarillo, una figura descolló por encima del resto: Damián Díaz. El talentoso volante argentino fue el cerebro y el corazón de aquel vendaval ofensivo. Manejó los tiempos del partido con maestría, distribuyendo el balón con precisión quirúrgica, rompiendo líneas con pases filtrados y, además, aportando con un gol que encendió aún más la euforia de la hinchada visitante. Su visión de juego y su capacidad para conectar con la delantera fueron la clave para desarticular la defensa azul, convirtiéndose en el director de orquesta de una sinfonía de goles amarillos.
Los números respaldan la influencia superlativa de Damián Díaz en aquel clásico. Lideró en asistencias, fue el jugador con más pases clave que generaron peligro en el área rival y su tanto significó un golpe anímico demoledor para Emelec. Su sociedad con Jonatan Álvez fue letal, y su capacidad para generar espacios y oportunidades de gol fue determinante en el abultado marcador final. Aquella tarde en el Capwell, mientras el amarillo inundaba las gradas y los goles caían uno tras otro, la figura de Damián Díaz se elevó como el símbolo de una victoria épica, un partido que la afición torera recuerda con orgullo y que consolidó al "Kitu" como uno de los ídolos contemporáneos del club.
Tras la histórica goleada 5-0 sobre Emelec en el Capwell, Damián Díaz, figura clave de aquel encuentro, irradiaba una mezcla de satisfacción y mesura ante los micrófonos. Con la humildad que a menudo lo caracteriza, el "Kitu" destacó el esfuerzo colectivo del equipo por encima de individualidades. "Fue un partido redondo, donde todos estuvimos enchufados desde el primer minuto. Sabíamos lo que significaba este clásico para nuestra hinchada y salimos a dejarlo todo en la cancha. El resultado es fruto del trabajo constante y la unión del grupo", habría declarado, resaltando la importancia de la planificación táctica del cuerpo técnico y la ejecución impecable de sus compañeros en cada línea del campo.
Además, Díaz habría enfatizado la necesidad de mantener la calma y la concentración a pesar de la magnitud de la victoria. "Esto es fútbol y cada partido es una historia diferente. No podemos relajarnos ni creernos más de lo que somos. Este triunfo nos da confianza, pero el campeonato es largo y debemos seguir trabajando con la misma humildad y entrega en cada encuentro", serían algunas de sus palabras, mostrando un liderazgo sereno y enfocado en los objetivos a largo plazo del equipo en la temporada 2016, que finalmente los consagraría campeones.
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Casi una década ha transcurrido desde aquel histórico 5-0 que Barcelona SC le endosó a su eterno rival, Emelec, en el Capwell, pero la herida parece no cicatrizar en la memoria de la hinchada azul, mientras que para los seguidores toreros, la fecha se mantiene como un motivo constante de celebración y, por supuesto, de burla. Las redes sociales se han convertido en el escenario predilecto para revivir aquel fatídico 15 de mayo de 2016, con memes, videos y comentarios que aluden a la "manita" propinada. Cada clásico que se acerca o cada revés que sufre el cuadro eléctrico se convierte en la excusa perfecta para desempolvar los recuerdos de aquella tarde gloriosa, alimentando una rivalidad que trasciende los noventa minutos de juego.
La contundencia del marcador y el hecho de haber propinado tal goleada en el propio estadio del rival le otorgan a aquel partido un estatus especial en la historia del Clásico del Astillero para la afición amarilla. Los cánticos en los estadios, las publicaciones en línea y hasta las conversaciones cotidianas entre hinchas suelen hacer referencia a ese 5-0 como un símbolo de superioridad. Para muchos barcelonistas, aquella victoria no solo significó tres puntos, sino una inyección anímica y un golpe psicológico a su eterno contendiente, una afrenta cuyo eco sigue resonando en cada clásico, sazonando la rivalidad con un ingrediente extra de sorna y festejos memorables para la mitad más uno de Guayaquil.
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