A Antonio Álvarez no le importaría que BSC sea campeón, confesó por qué se hizo presidente del Ídolo

El directivo habría mencionado que se hizo presidente del BSC para que no le metan preso

Barcelona SC / Foto: API
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En una tensa asamblea de socios del Barcelona Sporting Club, el presidente Antonio Álvarez Henríques ofreció una confesión que conmocionó al entorno deportivo del club, aludiendo a motivaciones personales y políticas detrás de su llegada al cargo. El directivo, bajo la presión de las críticas por el desempeño deportivo y la situación financiera, sorprendió al revelar que su incursión en la política y, por extensión, su posterior ascenso a la presidencia del club, estaban vinculados a la búsqueda de una forma de protección personal.

La declaración más polémica giró en torno a la inmunidad y el riesgo de encarcelamiento. Álvarez habría confesado que se hizo candidato alterno a una dignidad de elección popular (Parlamento Andino) y, posteriormente, asumió la presidencia del Ídolo para obtener una suerte de "impunidad" o "inmunidad" que lo resguardara de posibles problemas legales o "persecuciones". Específicamente, mencionó que lo hizo para evitar que lo "metieran preso", sugiriendo que la posición directiva y la vinculación política servían como un escudo frente a un contexto de alta tensión.

Esta sorprendente confesión puso en entredicho la pureza de las motivaciones que lo llevaron a liderar a la institución deportiva. Tradicionalmente, la presidencia de un club como Barcelona SC es vista como la máxima aspiración de un barcelonista, impulsada por la pasión y el deseo de gloria deportiva. Sin embargo, la revelación de Álvarez sugirió que su principal motor no fue estrictamente la ambición de ver al equipo campeón, sino más bien una estrategia de defensa personal frente a un entorno hostil o de persecución política.

En un momento de la asamblea, Álvarez se habría desvinculado de la obligación inmediata de lograr el título. Ante el reclamo de un socio sobre el pobre desempeño del equipo en el año de su centenario, el presidente respondió con un tinte de desinterés por el campeonato, señalando que "no le importaría que BSC sea campeón" en el contexto de la gigantesca deuda de $54 millones que arrastra el club. Su argumento fue que no hipotecaría la estabilidad financiera de la institución solo para conseguir un campeonato, un mensaje que priorizó la gestión económica sobre la gloria deportiva.

El mensaje de Álvarez dibujó un contraste radical entre las expectativas del hincha, que vive por el campeonato, y la realidad del directivo, que está sumergido en problemas estructurales. Al recordar la deuda y al justificar su permanencia por motivos de "seguridad legal", el presidente despojó a su gestión del romanticismo deportivo. Para él, el mayor reto no es ganar el clásico o alzar la copa, sino "sanear la institución" y "no meter la mano" en un contexto de acoso legal, minimizando la relevancia del campeonato.

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Las declaraciones generaron un revuelo y una fuerte polarización entre los socios e hinchas. Por un lado, se criticó que una de las confesiones más íntimas de un presidente de un club deportivo esté ligada a la política y a la inmunidad, lo que desnaturaliza el rol. Por otro lado, algunos entendieron que la franqueza de Álvarez servía para exponer la cruda realidad del club: un equipo sumido en una gigantesca deuda y en un entorno de pugnas de poder donde la presidencia se ha convertido en una trinchera de lucha, más que en un palco de celebración.

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