Aunque Emelec le ganó a Deportivo Cuenca en el Capwell, el jugador que se sacó solo del once de Duró

El elemento que tuvo una jornada para el olvido fue la Garrincha Quiñónez, que sigue con su bajo nivel como desde que llegó

Emelec / Foto: API
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A pesar de la contundente victoria de Emelec en el Estadio Capwell sobre Deportivo Cuenca—un triunfo que era fundamental para el inicio del hexagonal de la LigaPro—, la alegría colectiva no logró enmascarar los problemas de rendimiento individual que persisten en la plantilla. En particular, la lupa se posó nuevamente sobre un jugador que, con su bajo nivel, parece estar autoexcluyéndose de la consideración de Guillermo Duró: el defensor conocido popularmente como "La Garrincha".

El apodo de "La Garrincha" para Quiñónez, lejos de evocar al genio brasileño, se ha vuelto en el Emelec un símbolo de la irregularidad y el bajo desempeño desde su llegada. En el contexto del partido contra Cuenca, y en general en su participación reciente, Quiñónez demostró una jornada para el olvido, caracterizada por imprecisiones defensivas, falta de solvencia en la marca y fallos que pudieron haber comprometido el resultado positivo que finalmente consiguió el equipo.

El elemento que se "sacó solo del once" de Guillermo Duró es Quiñónez, y no solo por sus errores puntuales en el último encuentro, sino por una preocupante tendencia de nivel descendente. En repetidas ocasiones a lo largo de la temporada, la afición y la prensa han criticado que el defensor no está a la altura de las exigencias del club, evidenciando una notable inconsistencia que lo pone constantemente en la cuerda floja de las decisiones tácticas del cuerpo técnico.

Su bajo nivel se ha traducido en calificaciones consistentemente bajas por parte de los medios especializados y en constantes reclamos de la hinchada. Plataformas de estadísticas han llegado a darle puntajes mínimos, señal de que su contribución al juego ha sido más bien negativa, independientemente de si Emelec logra ganar. Su falta de confianza en el campo se irradia en inseguridad para la línea defensiva, obligando a sus compañeros a esforzarse doblemente para compensar sus vacilaciones.

Para un entrenador como Guillermo Duró, que necesita armar una base sólida para afrontar el decisivo hexagonal y buscar la clasificación a torneos internacionales, la fiabilidad de sus defensores es crucial. El bajo rendimiento sostenido de Quiñónez se convierte en un dolor de cabeza, forzando al cuerpo técnico a buscar alternativas, como la inclusión de jugadores de formativas o la reubicación de otros zagueros, simplemente porque el propio Quiñónez no ofrece las garantías mínimas.

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