(VIDEO) José Cevallos destapó lo que les dijo el Patón Bauza en el camerino de LDU, luego de ganar la Libertadores
En el 2008 lograron una hazaña al silenciar el Maracaná y levantar el trofeo de Libertadores
La noche del 2 de julio de 2008 quedó grabada a fuego en la historia del fútbol ecuatoriano. Liga de Quito, contra todo pronóstico, se coronaba campeón de la Copa Libertadores en el mítico Maracaná. En medio de la euforia desbordante que siguió a la histórica tanda de penales, el experimentado arquero José Francisco Cevallos reveló el profundo y visionario mensaje que Edgardo "Patón" Bauza les dio en la intimidad del camerino.
Mientras los jugadores celebraban un logro que rebasaba cualquier sueño, el Patón mantuvo la calma y la perspectiva que lo caracterizaban. Cevallos contó que, en lugar de un grito de victoria más, el entrenador les dirigió unas palabras que iban más allá del momento. El mensaje, cargado de sabiduría y proyección, buscaba aterrizar a sus dirigidos y hacerles entender el verdadero significado de lo que acababan de conseguir en Río de Janeiro.
La frase central del discurso de Bauza fue una suerte de profecía: les dijo que, en ese instante, el torbellino de la emoción no les permitía dimensionar por completo la magnitud de su hazaña. Les aseguró que "ya en unos años se darán cuenta de la magnitud que significa ganar la Libertadores". Bauza, con su vasta experiencia, sabía que la real dimensión de aquel título solo se apreciaría con el paso del tiempo.
Las palabras del Patón reflejaban su liderazgo único, no solo enfocado en lo táctico, sino en la formación integral del futbolista. No se limitó a celebrar el éxito inmediato, sino que sembró en sus jugadores la conciencia de haber escrito una página imborrable en la historia deportiva de Ecuador. Este enfoque paternal y visionario era lo que hacía que figuras como Cevallos, Damián Manso y el resto del plantel lo siguieran ciegamente.
Con el tiempo, las palabras de Bauza cobraron una verdad irrefutable. La Copa Libertadores de 2008, la primera para un club ecuatoriano, se consolidó no solo como un hito deportivo, sino como un punto de inflexión para el fútbol del país. José Francisco Cevallos y sus compañeros se dieron cuenta de que no solo ganaron un trofeo, sino que se convirtieron en leyendas inmortales, redefiniendo el techo de las aspiraciones nacionales.