Alexander Domínguez se acercó a Tiago Nunes y así festejó la goleada de Liga de Quito a Palmeiras en el Rodrigo Paz

El portero ecuatoriano estaba presionado porque tomó el lugar de Valle, pero Nunes confió en él y no lo defraudó

Liga de Quito / Foto: API
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La goleada histórica de Liga de Quito (LDU) por 3-0 sobre Palmeiras en la semifinal de ida de la Copa Libertadores fue una noche de éxtasis en el Rodrigo Paz Delgado, un escenario cargado de emoción que tuvo un momento especialmente simbólico en el pitazo final. Las cámaras y la atención se centraron en la celebración de Alexander Domínguez, el capitán y leyenda del club. Tras el formidable triunfo, el histórico arquero corrió directamente hacia la zona técnica para fundirse en un emotivo abrazo con el entrenador, Tiago Nunes.

El gesto de "Dida" no fue un simple saludo de cortesía, sino una poderosa manifestación de apoyo y camaradería hacia el estratega brasileño. La celebración se produjo en un contexto donde, días antes, había rumores y especulaciones en la prensa sobre una supuesta relación tensa entre el arquero y el cuerpo técnico, debido a las rotaciones en el arco de LDU. Al acercarse y abrazar a Tiago Nunes, Domínguez puso fin a cualquier suspicacia, validando públicamente el liderazgo del DT tras la contundente victoria.

El abrazo fue un reconocimiento directo a la confianza que el técnico le brindó en el momento crucial. Con la lesión del arquero titular Gonzalo Valle, Tiago Nunes decidió apostar por la experiencia y la mística copera de Domínguez para el partido más importante del año. "Dida" respondió con una actuación propia de su leyenda, controlando el juego aéreo, brindando seguridad y realizando atajadas providenciales en el segundo tiempo que evitaron el descuento de Palmeiras y sellaron el arco en cero.

La imagen de la leyenda y el entrenador celebrando juntos se convirtió en el retrato de la unidad que impera en el camerino de LDU. El triunfo no solo fue táctico, sino también una victoria de la gestión de grupo. Al acercarse a su técnico, Alexander Domínguez estaba expresando, sin palabras, que la fe depositada en él había sido correspondida y que el equipo estaba totalmente alineado con la visión de Nunes para alcanzar la final de la Copa.

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La celebración de Domínguez fue también un desfogue personal. A sus 38 años, y tras haber enfrentado la presión de regresar a la titularidad en una semifinal, el arquero se liberó de toda carga emocional. El abrazo con Nunes fue un momento de agradecimiento y euforia mutua, simbolizando que el esfuerzo y la decisión técnica habían dado sus frutos ante un rival de la talla de Palmeiras, que hasta ese momento era invicto en el torneo.

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