Mientras los de Barcelona SC cantan que se vayan todos, lo que gritaron los hinchas de Emelec cuando perdían ante IDV
Los hinchas de Emelec, en lugar de irse contra sus jugadores, empezaron a alentarlos con el canto: "Vamos azules que tenemos que ganar"
El fútbol ecuatoriano es una caldera de pasiones, donde las hinchadas rivales a menudo contrastan en sus formas de manifestar el descontento. Mientras en la vereda de Barcelona SC se ha escuchado el famoso cántico de "que se vayan todos" cuando los resultados no acompañan, los hinchas de Emelec protagonizaron una escena de fidelidad inquebrantable que se volvió viral. Incluso perdiendo ante un rival directo y poderoso como Independiente del Valle (IDV), el aliento del "Bombillo" dio una lección de apoyo incondicional.
En un momento en que el equipo de Guayaquil se encontraba en desventaja en el marcador, y la frustración podía haber invadido las gradas del Capwell, ocurrió todo lo contrario. Lejos de proferir insultos, lanzar objetos o exigir la salida de jugadores y cuerpo técnico, la afición de Emelec se unió en un grito de guerra que buscaba inyectarles ánimo a sus futbolistas. La reacción fue un contraste directo con la presión destructiva que a veces se ejerce en el fútbol.
El cántico que retumbó en el estadio fue un emotivo: "¡Vamos azules que tenemos que ganar!" Esta frase, simple pero poderosa, simbolizó un pacto de confianza entre la tribuna y el campo de juego. Este apoyo activo se produce en un contexto de alta exigencia, demostrando que los seguidores del "Bombillo" priorizaron el aliento como la herramienta más efectiva para intentar revertir el marcador, en lugar de hundir a su plantel en la desmoralización.
El contraste con otras hinchadas, que ante la adversidad optan por la recriminación y la protesta, es notable. Mientras que el "que se vayan todos" refleja un hartazgo y un deseo de borrón y cuenta nueva en un rival, el canto de los emelecistas revela una mentalidad de resiliencia y acompañamiento. Es una muestra de que la crítica puede esperar y que en los momentos de mayor dificultad, la función principal del hincha es ser el jugador número 12, ejerciendo una presión positiva sobre el adversario y motivando a los propios.
Esta actitud de la hinchada de Emelec no solo tiene un impacto emocional, sino también deportivo. El aliento constante, incluso cuando el resultado es adverso, puede ser un factor decisivo para que los futbolistas encuentren esa fuerza extra que se necesita para una remontada. En un deporte donde la mentalidad lo es todo, sentir el respaldo incondicional de la tribuna puede marcar la diferencia entre rendirse y luchar hasta el último segundo.
En resumen, la afición de Emelec, al entonar el "Vamos azules que tenemos que ganar" mientras caían ante IDV, le dio un giro al guion habitual del fútbol. Su reacción no fue un estallido de furia, sino una manifestación de amor y compromiso con la camiseta, estableciendo un estándar alto de lo que significa ser un verdadero soporte para el equipo, más allá del resultado inmediato. Es un gesto de fidelidad que resonó más fuerte que cualquier derrota.