Por David Alomoto

Luis Enrique, a menudo propenso a rotar su plantilla para mantener frescos a sus jugadores, especialmente después de una fecha FIFA o antes de un duelo de Champions, ha puesto a prueba a su defensa en varias ocasiones. En partidos cruciales de la Ligue 1, como los enfrentamientos contra el Estrasburgo, la experimentación con centrales menos habituales, como Lucas Beraldo u otros zagueros, ha resultado en desajustes defensivos y goles inesperados. Es en este escenario de emergencia donde la solidez de Willian Pacho se vuelve indispensable.
El partido se había desarrollado como una pesadilla para el joven central titular, en este caso Beraldo o un compañero de zaga inestable. La defensa de línea alta y el habitual riesgo en la salida del PSG fueron castigados por la efectividad del Estrasburgo, que capitalizó las desorganizaciones para ponerse con una ventaja de 3-1. La zaga se mostraba frágil e incapaz de coordinarse, dejando al portero expuesto y a Luis Enrique al borde de un "papelón" mediático por la derrota ante un rival teóricamente inferior.
Ante el descalabro, Luis Enrique no dudó y recurrió a su central más confiable. El ingreso de Willian Pacho al campo de juego, alrededor del minuto 60, no fue un cambio táctico sutil, sino una inyección de autoridad. En apenas 30 minutos, el defensor ecuatoriano asumió el liderazgo de la línea defensiva. Su posicionamiento impecable y su capacidad para ordenar a sus compañeros de inmediato cortaron la hemorragia de goles, clausurando los espacios que el Estrasburgo había explotado hasta ese momento.
La solidez impuesta por Pacho tuvo un efecto directo en la ofensiva parisina. Al sentirse protegidos por una zaga segura, el mediocampo y, sobre todo, los extremos, se sintieron liberados para tomar más riesgos ofensivos. La capacidad de Pacho para ganar duelos y su excelente pase en la salida permitió al equipo avanzar las líneas rápidamente, convirtiendo la contención defensiva en un catalizador para la remontada.
La tranquilidad que Pacho aportó desde atrás fue la base para la épica reacción. Su entrada no solo detuvo el marcador, sino que reenergizó al equipo. La defensa, ahora firme, proporcionó el tiempo y la posesión necesarios para que el talento ofensivo del PSG se impusiera. La insistencia por las bandas, ahora sin temor a un contragolpe fatal, dio sus frutos, y el equipo de Luis Enrique logró los dos goles necesarios para firmar un dramático empate 3-3 y salvar un punto valioso.

13/11/2025

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