Parece que no le importó perder en el Capwell, el jugador de Emelec que se estaba riendo con los jugadores de LDU

El cuadro eléctrico perdió de local y ahora tendrán que ir a pelear la clasificación en Casa Blanca

Liga de Quito-Emelec / Foto: API
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Foto de David Alomoto
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El final de la semifinal de Copa Ecuador entre Emelec y Liga de Quito en el Capwell, marcada por la agónica victoria alba (2-1) en los minutos adicionales, se caracterizó por una polarización de emociones: la euforia desbordada de los visitantes y la profunda tristeza y frustración de los locales. En este contexto de máxima tensión emocional, la imagen del defensor central de Emelec, Luis Caicedo, conversando y riendo con jugadores de LDU en el campo, se convirtió en un momento contrastante y llamativo.

Mientras la mayoría de sus compañeros se retiraban del césped con la cabeza baja, visiblemente afectados por la eliminación que llegó de forma tan cruel, el zaguero eléctrico demostró una compostura inusual. A pesar de haber sido parte del once que cayó en casa y que vio cómo el pase a la final se esfumaba sobre la hora, Caicedo fue captado en una conversación cordial y animada con futbolistas del equipo rival, intercambiando palabras y sonrisas, una escena que se desmarcó de la tristeza generalizada de su club.

Esta actitud de aparente indiferencia o de gran deportividad por parte de Caicedo generó comentarios y análisis inmediatos, pues contrastaba fuertemente con las quejas y reclamos que otros miembros de Emelec habían expresado hacia el arbitraje y el VAR. Su risa, lejos de la cólera o el desánimo, podía interpretarse como una señal de que el defensor no se dejó afectar profundamente por el resultado adverso ni por la manera dramática en que llegó.

El gesto de Caicedo, más allá de cualquier interpretación de desinterés, puede ser visto como un ejemplo de profesionalismo y fraternidad deportiva. En un fútbol tan pasional como el ecuatoriano, donde la rivalidad es intensa, este tipo de interacciones post-partido recuerda que, fuera de la competencia, existe un respeto mutuo y relaciones personales entre colegas de profesión. Es común que, incluso en partidos definitorios, los jugadores de selecciones nacionales o con pasados compartidos mantengan una buena relación.

No obstante, en el ojo de la afición millonaria, que había vivido el partido con gran intensidad y esperaba una reacción de dolor y bronca, la escena podría haber sido percibida como una falta de identificación o de compromiso emocional con el momento crítico del club. Perder una semifinal en casa y en tiempo de descuento es un golpe duro, y la imagen de risas con el rival directo puede ser malinterpretada como una minimización del fracaso deportivo.

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La imagen de Luis Caicedo riendo y dialogando con los jugadores de Liga de Quito al término del partido de Copa Ecuador sirvió como un recordatorio de la deportividad que persiste entre los profesionales, pero también generó una disonancia con el clima de luto y frustración que embargaba al Capwell. Esta reacción pospartido, sea cual sea su verdadera intención, puso un foco atípico en la figura del defensor eléctrico en medio de la decepción de su equipo.

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